El cannabis medicinal está experimentando un auge sin precedentes en el sector farmacéutico, y tanto Argentina como Uruguay se encuentran en una encrucijada. Estos países pueden decidir ser meros proveedores de materia prima o trabajar en conjunto para construir un polo de desarrollo e innovación que les permita competir a nivel global.
¿Seguirá el cannabis el camino de comoditización de otras materias primas, o se convertirá en un pilar de productos farmacéuticos de alto valor?
Lic. Manuel Bomheker
A lo largo de los años, la historia del trigo y la soja ha servido de ejemplo para el desarrollo agrícola en Argentina. Aunque estos productos, inicialmente, se exportaban como commodities sin procesar, la inversión en tecnología y procesos industriales
permitió que se transformaran en bienes de valor agregado, esenciales para la economía mundial. Sin embargo, a pesar de estos avances, el trigo y la soja no dejan de ser commodities. Un ejemplo notable de transformación en el sector agrícola es el trigo HB4, una variedad resistente a la sequía desarrollada en Argentina. Este proyecto, liderado por empresas nacionales junto con instituciones científicas, muestra cómo la biotecnología puede añadir valor a productos agrícolas tradicionales.
Por otro lado, Argentina ha explorado con éxito otras verticales, desarrollando y procesando especialidades como el garbanzo,
la chía y el poroto mung. Este enfoque hacia productos diferenciados ha permitido que el país compita en mercados internacionales con alternativas innovadoras y de alta demanda. Ahora, el cannabis medicinal enfrenta un dilema similar.
¿Será, el cannabis simplemente una planta que se cultive y exporte como materia prima, o se convertirá en un recurso de alto valor agregado, indispensable en la industria farmacéutica?
La experiencia de Suiza puede servir de advertencia e inspiración
Suiza ha logrado capturar el valor agregado del cannabis importando CBD aislado, que luego se procesa y se convierte en productos finales que se venden a precios elevados en el mercado internacional. Mientras tanto, los países que solo exportan la materia prima se quedan con márgenes reducidos, perdiendo la oportunidad de capitalizar todo el potencial del cannabis. La advertencia para Argentina y Uruguay es clara: sin una cadena de valor sólida y completa, el riesgo de comoditización es muy real.
Sin embargo, la oportunidad de unirse para crear un hub regional que integre las etapas productivas del cannabis medicinal es una alternativa tangible y llena de potencial. Argentina, con su vasta capacidad agrícola y científica, ofrece las condiciones perfectas para cultivar y procesar cannabis medicinal.
Uruguay, por su parte, aporta su experiencia en el ámbito regulatorio y su acceso a mercados internacionales. Juntos, estos
dos países pueden convertirse en líderes en el desarrollo y exportación de productos de cannabis medicinal de alta calidad. La creación de esta cadena de valor conjunta permitiría capturar no solo el mercado local, sino también los mercados globales, ofreciendo productos que vayan más allá de la materia prima.
Actualmente, no existen números oficiales detallados de la industria del cannabis en Argentina, sin embargo, se pueden hacer proyecciones basadas en datos de la CAINCCA (Cámara Industrial del Cannabis y el Cáñamo): con apenas 20 socios, ya se generan aproximadamente 200 empleos directos y 600 indirectos en la industria. Este dato es significativo, ya que muestra el impacto económico que la CAINCCA puede tener en el sector. Imaginemos el potencial de expansión si Argentina alcanzara las casi 200 licencias que Uruguay ha emitido, lo que podría traducirse en una generación masiva de empleos directos e indirectos en todo el país.
La comparación con cultivos de especialidad como el garbanzo, la chía y el poroto mung ofrece un marco valioso para entender el potencial del cannabis medicinal. Estos cultivos, destinados a nichos de mercado específicos, se enfocan en ofrecer productos diferenciados y de alta calidad. Este enfoque hacia productos de especialidad es particularmente
relevante para el cannabis, ya que permite a Argentina y Uruguay posicionarse en el mercado con productos de alto valor agregado y adaptados a demandas específicas.
Pensar en el cannabis de esta manera permite desarrollar una industria enfocada en la calidad sobre la cantidad, y potencialmente posicionar a ambos países como referentes de productos farmacéuticos de cannabis medicinal de alta gama.
El rol del Estado argentino ha sido fundamental en el desarrollo inicial de la industria del cannabis medicinal, con proyectos como Cannava, la empresa estatal en Jujuy, que facilita el acceso a tierras y apoya la regulación de exportaciones. Incluso, la evolución hacia una cadena de valor completamente integrada ya se vislumbra con la creciente participación del sector privado.
Empresas como Vegetal Genetics, que se enfoca en el desarrollo estratégico, y Botanicanns, con autorización para exportar flores de alta calidad, complementan a UNGE, especializada en genética y turismo cannábico. Además, Cannect proporciona sistemas avanzados de monitoreo para cultivos indoor, mientras que la Consultora Cannabis, integrada por profesionales del derecho, ofrece asesoramiento en el marco regulatorio y en estrategias de negocio. Estos actores, todos del ámbito privado, configuran una cadena productiva en Argentina que está en plena capacidad de desarrollo y expansión.
Recientemente lanzada, la CAINCCA juega un rol crucial en esta transición. Su misión es integrar a los actores de la cadena de valor del cannabis en Argentina, promoviendo la colaboración entre el sector público y privado. CAINCCA aspira a superar los obstáculos regulatorios que aún persisten, facilitando el desarrollo de una industria competitiva y sostenible que posicione a Argentina como un referente global en cannabis medicinal y cáñamo industrial.
Finalmente, la creación de un hub regional no solo es una respuesta a la amenaza de comoditización, sino una estrategia de crecimiento que permitirá a Argentina y Uruguay capturar el valor agregado que ofrece el cannabis medicinal.
Al colaborar y combinar sus fortalezas, ambos países pueden establecerse como líderes en el mercado de productos diferenciados a base de cannabis, capturando mercados internacionales y generando beneficios económicos significativos para sus economías locales. La oportunidad está sobre la mesa para que las farmacéuticas y los actores industriales se sumen a esta transformación, invirtiendo en innovación y apostando por un modelo de desarrollo regional que potencie el crecimiento sostenible del cannabis medicinal en América Latina.
La creación de un hub regional no solo es una respuesta a la amenaza de comoditización, sino una estrategia de crecimiento que permitirá a Argentina y Uruguay capturar el valor agregado que ofrece el cannabis medicinal.