Huella de Carbono
Buenas prácticas utilizadas por el LATU y Latitud
para la generación del reporte de gases de efecto
invernadero (GEI)

En un mundo cada vez más consciente de los desafíos del cambio climático, el LATU y Latitud sistematizaron un paso significativo hacia la sostenibilidad: la generación de su reporte GEI para la medición de la huella de carbono de sus servicios.

El reporte GEI llegó para quedarse, es un camino de ida, cada vez más requerido en mercados europeos.

Estas buenas prácticas pretenden favorecer la eficiencia a la hora de sistematizar la obtención y procesamiento de datos necesarios para el reporte y su metodología de medición, además de sensibilizar sobre los efectos del uso de insumos y consumos con su consecuente impacto en finanzas, mercados e inversiones.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) “el cambio climático se refiere a las alteraciones a largo plazo en las temperaturas y los patrones climáticos” (Naciones Unidas, s.d.).

Estos cambios pueden ser de origen natural o causados por la actividad humana, que según varios datos internacionales se deben principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, lo que resulta en la generación de gases de efecto invernadero (GEI).

Combatir este cambio requiere esfuerzos a nivel mundial para reducir las emisiones GEI, adaptarse a los impactos inevitables y desarrollar tecnologías sostenibles y prácticas de mitigación. Las iniciativas sobre mitigación de los GEI se basan en la cuantificación, informe, reducción y monitoreo de emisiones o remociones de GEI.


En este contexto, es crucial para las organizaciones conocer y elaborar su inventario GEI.
Existen diferentes mecanismos para conocer este impacto en el ambiente. Para seleccionar el marco a aplicar es necesario valuar si se cumple con los objetivos de la organización, la política nacional de cambio climático (PNCC) y la política ambiental de la organización.

Elaborar el inventario GEI requiere que los datos e información sean fiables, que permitan la comparación en el tiempo, que se
mantenga actualizada a las mejores prácticas a nivel internacional y que facilite su implementación y sistematización.


La norma internacional ISO 14064-1 (International Organization for Standarization, 2018) establece principios y requisitos para
la cuantificación y el informe de las emisiones y remociones de GEI de una organización. Esta norma cubre los requisitos mencionados, permitiendo transparencia en los datos e información obtenida.

El proceso de elaboración del inventario GEI implica una exhaustiva evaluación de las actividades, operaciones y fuentes de emisión y remoción.

Una buena práctica (BP) es gestionarlo desde el inicio como un proyecto, con un equipo integrado con competencias en sostenibilidad, gestión ambiental, huella de carbono, incluyendo personal de TI, compras, servicios internos (consumos, agua, energía, residuos), procesos productivos, logística, almacenamiento, etc. Un plan y director de proyecto es una buena estrategia para el logro de los objetivos.


Uno de los principales obstáculos es la adquisición de datos precisos y confiables, además de los factores de emisión a nivel nacional o internacional necesarios para calcular categorías de emisiones indirectas como las provenientes de productos o bienes de capital comprados.

Una buena práctica (BP) es definir claramente: ¿hasta qué nivel de detalle informar?, ¿qué categorías incluir o excluir por falta
de datos confiables?, ¿qué nivel de incertidumbre es aceptable para el reporte? entre otras preguntas clave antes de la búsqueda de fuentes de datos. Evaluar la relación costo/beneficio de los componentes del reporte hace a un producto eficiente y continuo en el tiempo.


Este proyecto implica diferentes etapas, como la definición del alcance y límites del inventario lo que implica la definición del año base.

Una buena práctica (BP) es seleccionar como año base el año más reciente con actividades similares a las actuales incluidas en el reporte y el más antiguo en donde existen datos representativos para la elaboración del reporte. El año base es la piedra fundamental en el proceso de comparación en el tiempo.


Otra de las etapas críticas es la cuantificación a gran escala y estudio de materialidad, para evaluar las principales fuentes de emisión filtradas por una matriz de materialidad.


Una (BP) es aplicar criterios de disponibilidad y robustez de los datos y cálculos, así como las posibilidades de la organización
en influir o reducir los impactos de las fuentes resultantes de la aplicación de la matriz. De poco sirve una detallada evaluación de datos que no continúe en el tiempo para su posterior comparación de mejora.

Sigue otro paso crítico, la generación de sistemas de información confiables. Una (BP) es evaluar de forma consciente si las fuentes disponibles son suficientes, accesibles, confiables, trazables, auditables y de continuidad en el tiempo. Quizás sea necesario desarrollar fuentes de datos e información.


La siguiente etapa es la concientización y entrenamiento del personal de la organización, lo que permite identificar mejoras en
la adquisición y control de los datos y en los cambios aplicados a los procesos y actividades que se realizan, ya sean a corto, mediano o largo plazo.

Requiere documentación, registros y un sistema para su control y disponibilidad. Una buena práctica (BP) es sensibilizar primero a los tomadores de decisión y procesadores de datos sobre la importancia de la comunicación en tiempo y forma de los cambios o situaciones que impacten en el contenido del inventario y la metodología de medición.


Las auditorías internas son una herramienta efectiva, además de necesaria, para identificar desvíos y oportunidades. Es sumamente importante la competencia e independencia del equipo auditor, por lo cual se deben evaluar las ventajas de contratar de forma externa las “auditorías internas”.


Los inventarios GEI suelen someterse a un proceso de validación conforme a los requisitos de la norma ISO/IEC 17029 (International Standard Organization, 2019), aplicable a los organismos de verificación. Esta norma permite la autoverificación o la validación por parte de un organismo externo (segunda o tercera parte).

La evaluación externa es esencial para garantizar la precisión e integridad de los datos reportados.


Como buena práctica (BP), se recomienda que este proceso sea llevado a cabo por un organismo acreditado, lo que asegura tanto la competencia técnica como la imparcialidad en las decisiones. Una evaluación externa actúa como una fase clave al finalizar la elaboración del reporte GEI, favoreciendo la participación activa en la creación de estrategias para el plan de reducción de emisiones.


Con el inventario GEI elaborado y verificado, el siguiente paso es la planificación de acciones para reducir la huella y la identificación de mejoras en el proceso de realización del inventario.

Entender en números claros el impacto del accionar frente al cambio climático, permite identificar las áreas con posibilidad de acción, que muchas veces son cambios de gran impacto con acciones pequeñas.

En los casos de necesidad de grandes inversiones, Uruguay cuenta con leyes, decretos y herramientas que fomentan diferentes mecanismos de incentivos fiscales para la innovación e inversión con base en la sostenibilidad, por ejemplo, a través de ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación), inversión en tecnologías limpias más eficientes y menos contaminantes, la ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (Sociedades BIC), esquemas fiscales e incentivos en la movilidad y el transporte, acceso a mecanismos de financiamiento con incentivos en base a estándares ESG (indicadores
sociales, ambientales y de gobernanza), entre otros.

El 25 de septiembre de 2015, líderes mundiales adoptaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con el fin de erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. El ODS número 13 “Acción por el clima”, se centra en la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.


Cada ODS tiene metas, una de las metas del ODS 13 es “Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional sobre el cambio climático, la reducción de sus efectos, la mitigación y la alerta temprana”. La elaboración de un inventario GEI es el puntapié inicial para demostrar las acciones que la organización está llevando a cabo aportando a esta meta.

A sabiendas que generalmente las empresas más grandes en ingresos tienen más fácil acceso al progreso en áreas de sostenibilidad incluyendo el impacto ambiental, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático a realizarse en noviembre de 2024 en la ciudad de Bakú, capital de Azerbaiyán (COP29) tratará, entre otros, la necesidad de acción de los líderes mundiales en la transformación de las decisiones claves relacionadas con el clima en acciones concretas, y el camino a seguir en la financiación por el clima.

La elaboración del inventario GEI es un hito para la organización y un paso firme hacia un futuro más limpio y sostenible


Identificar las principales fuentes de emisiones dentro de las operaciones y en la cadena de suministro, es
esencial para la toma de decisiones basadas en datos concretos y establecer objetivos de reducción y mejora. Permite enfrentar los desafíos futuros y aprovechar oportunidades emergentes.


Evaluar y gestionar el impacto ambiental es una responsabilidad ética y una oportunidad estratégica para
mejorar la sostenibilidad y la competitividad a corto, mediano y largo plazo. Es un camino hacia la resiliencia
empresarial y el éxito en un entorno económico y regulatorio en constante evolución.


En los últimos años los datos para la industria de la biotecnología y farmacia rondan en el 10 % de las emisiones globales totales de CO2, (alrededor de 300 millones de toneladas al año), aproximadamente la emisión anual total de CO2 del sexto país más poblado del mundo