La composición de la leche humana y la pérdida de nutrientes luego de la pasteurización Holder

En Uruguay nacen cerca de 47.000 niños cada año, de los cuales aproximadamente el 9% son prematuros… Esta población de niños prematuros es asistida por el Banco de Leche Humana del Centro Hospitalario Pereira Rossell (BLH-CHPR), el cual funciona desde el año 2003, promoviendo la lactancia y el cuidado de la salud de los niños prematuros de nuestro país.
Allí la leche donada es pasteurizada mediante pasteurización Holder, el protocolo internacional más ampliamente utilizado en los bancos de leche humana, proceso que consiste en el calentamiento a 62,5 °C durante 30 min.
La leche materna humana, ofrece la mejor nutrición fisiológica al recién nacido, ya que proporciona todos los nutrientes necesarios para el desarrollo óptimo del lactante. Los resultados de metaanálisis realizados recientemente ponen de manifiesto los efectos beneficiosos de la lactancia materna sobre la salud infantil a corto plazo por la disminución
de la morbilidad y la mortalidad, y a largo plazo mediante la reducción del riesgo de padecer obesidad [1].
Dado el fuerte impacto de la leche materna en la salud infantil, la OMS ha recomendado la práctica de la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y luego el uso de la leche materna como un complemento a los alimentos sólidos durante al menos un año adicional [2].
Además de nutrientes, la leche humana proporciona factores bioactivos tales como inmunoglobulinas, citoquinas, proteínas antimicrobianas, hormonas y oligosacáridos, que actúan en conjunto para fortalecer la inmunidad y estimular el crecimiento corporal [3].
Por lo tanto, la composición de la leche humana se utiliza para estimar los requerimientos nutricionales de los lactantes y para guiar la composición de las fórmulas infantiles.
La leche humana es un alimento complejo y aun cuando fuese factible imitar artificial o biotecnológicamente todos sus componentes, no se podría lograr que la interacción entre ellos fuese igual que la natural, de modo que tampoco se podrían conseguir los mismos efectos sobre el organismo [4].
Durante el amamantamiento no solamente es necesario que el aporte energético y proteico sea el adecuado, si no también considerar el aporte de minerales, vitaminas y componentes bioactivos que también inciden marcadamente en un desarrollo saludable del neonato. En particular, la vitamina A y sus derivados son importantes en muchas funciones del organismo, incluidos el desarrollo y mantenimiento de la diferenciación normal de las células epiteliales, la respuesta inmunitaria, la hematopoyesis, el crecimiento y desarrollo osteomuscular, la fertilidad y la función normal de los fotorreceptores retinales.
Tanto las madres en período de lactancia, como los lactantes, son considerados grupos de riesgo respecto a la deficiencia de vitamina A, especialmente en países en vías de desarrollo, donde esto representa un problema de salud pública.
Asimismo, si el nivel de vitamina A en las madres es bajo, los niños son susceptibles de sufrir deficiencia subclínica a los 6 meses de vida [2].
El complejo de vitaminas B ha sido ampliamente estudiado, ya que desempeña un papel muy importante para el mantenimiento de una buena salud y prevención de enfermedades. Las vitaminas B9 y B12 se han vinculado a la protección contra ciertos tipos de cáncer y a las reducciones en la concentración de homocisteína en sangre [5]. La deficiencia y el agotamiento de la vitamina B12 prevalecen cuando la ingesta de alimentos de origen animal es baja.
La grave deficiencia materna, causada por el vegetarianismo o anemia perniciosa no diagnosticada, resulta en síntomas clínicos de deficiencia a los pocos meses de dar a luz al bebé. Se sabe que los síntomas en los niños aparecen alrededor del cuarto mes de vida, incluyendo retraso severo en el crecimiento, atrofia cerebral y muscular, entre otros problemas de desarrollo [6].
La principal acción de la vitamina C es la de agente antioxidante y reductor, así como su función de cofactor en reacciones enzimáticas que intervienen en el desarrollo normal de cartílagos y huesos. Además, estimula la absorción de hierro y actúa en el metabolismo de los depósitos de este mineral. La leche humana normalmente es rica en vitamina C y su concentración media es mayor que la de vaca [6].
La vitamina E es un antioxidante que actúa como eliminador de radicales libres y protege contra la peroxidación de ácidos grasos poliinsaturados en las membranas celulares, siendo su compuesto más activo en la leche humana el α-tocoferol. El contenido de vitamina E de la leche humana es adecuado para un bebé a término, sin embargo, puede no ser suficiente para bebés prematuros. La deficiencia de vitamina E en los recién nacidos puede provocar anemia hemolítica.
La leche humana es un alimento complejo y aun cuando fuese factible imitar artificial o biotecnológicamente todos sus componentes, no se podría lograr que la interacción entre ellos fuese igual que la natural, de modo que tampoco se podrían conseguir los mismos efectos sobre el organismo.
La composición de la leche humana no es constante y se ve afectada por varios factores, incluyendo la etapa de la lactancia, la
nutrición materna, el medio ambiente, las condiciones de vida y el estado individual de la madre [7]. A modo de ejemplo, el calostro (leche producida en los primeros días después del nacimiento) tiene altas concentraciones de proteínas bioactivas y oligosacáridos, mientras que la leche madura (producida a partir del decimoquinto día) posee niveles proporcionalmente altos de lípidos y caseínas.
Existe evidencia de que la ingesta de la madre influye en la concentración final de vitaminas en su leche. El volumen y la composición de la leche humana de la misma madre pueden variar a lo largo del día, durante el amamantamiento y considerablemente de día a día.
Los cambios en la composición son mayores y ocurren más rápidamente durante la primera semana después del parto. Asimismo, existen circunstancias en las cuales la lactancia está limitada, siendo el nacimiento pretérmino una de las más frecuentes. Además, la restricción de la lactancia ocurre también en los neonatos de madres que cursan determinadas infecciones, que se encuentran bajo tratamiento farmacológico, o que consumen drogas de abuso.
Los recién nacidos más vulnerables son los prematuros severos que poseen inmadurez en todos sus órganos y gran riesgo de desarrollar infecciones y enterocolitis necrotizante [8]. Es frecuente que las madres de bebes prematuros y hospitalizados tengan una disponibilidad limitada de leche por diversas circunstancias, en estos casos se recomienda la alimentación con leche donada por otra madre, pero procesada en Bancos de Leche Humana y ello permite cubrir las necesidades nutricionales de esos bebes.
En Uruguay nacen cerca de 47.000 niños cada año, de los cuales aproximadamente el 9% son prematuros.
El 17% de los niños nacen en el Centro Hospitalario Pereira Rossell (CHPR) donde la cifra de prematuros se eleva al 15% y se relaciona directamente con un seguimiento prenatal insuficiente. Esta población de niños es asistida por el Banco de Leche Humana del Centro Hospitalario Pereira Rossell (BLH-CHPR), el cual funciona desde el año 2003, promoviendo la lactancia y el cuidado de la salud de los niños prematuros de nuestro país.
Allí la leche donada es pasteurizada mediante pasteurización Holder, el protocolo internacional más ampliamente utilizado en los bancos de leche humana, proceso que consiste en el calentamiento a 62,5 °C durante 30 min.
Asimismo, las muestras son sometidas a controles microbiológicos, organolépticos y fisicoquímicos, lo cual permite evaluar el aporte de energía suministrado y adecuarlo a las necesidades de cada niño. Pero no solamente es necesario que el aporte energético y proteico sea el adecuado, sino también considerar el aporte de nutrientes y componentes bioactivos que también inciden marcadamente en un desarrollo saludable del neonato.
Esto es aún más crucial en los casos de niños prematuros dada su alta vulnerabilidad.
Por lo tanto, dado que la pasteurización de las muestras de leche es necesaria desde el punto de vista microbiológico, es muy importante considerar si el proceso térmico involucrado fuera capaz de generar pérdidas sustanciales de algunos de esos componentes, repercutiendo, por tanto, negativamente sobre la salud de los niños.
Si bien hay consenso en los beneficios de alimentación con leche donada respecto al uso de fórmulas convencionales, el procesamiento conlleva cierto grado de pérdidas de actividad inmunológica [9]. También se pueden producir pérdidas adicionales durante la alimentación debido a exposición de la leche a la luz o por adsorción sobre las paredes de
los recipientes contenedores.
Las vitaminas A, B, C y E son sensibles al calor y, por tanto, sus concentraciones en la leche humana podrían verse afectadas por el tratamiento térmico producto de la pasteurización Holder [10-11].
El volumen y la composición de la leche humana de la misma madre pueden variar a lo largo del día, durante el amamantamiento y considerablemente de día a día.
En este sentido, se ha generado gran interés en la UdelaR por abordar temáticas de investigación estrechamente relacionadas con la leche humana, lo cual llevó a la gestación de varios proyectos de investigación financiados en los últimos años.
En particular, las Áreas de Química Analítica y Química de Alimentos de Facultad de Química y el Banco de Leche Humana del Centro Hospitalario Pereira Rossell, han trabajo conjuntamente en la evaluación de potenciales pérdidas de vitaminas luego de la pasteurización Holder.
En el marco de este proyecto, se evaluaron las pérdidas de vitaminas A, B, C y E luego del proceso de pasteurización Holder, encontrándose pérdidas promedio estadísticamente significativas de hasta el 14% en el caso de la vitamina C, lo cual estuvo de acuerdo con datos de la literatura internacional [10-11].
Si bien estas pérdidas no perjudicarían, en principio, el aporte de nutrientes a los lactantes, despiertan cierta preocupación respecto al empleo de este protocolo a largo plazo. La pérdida de algunos componentes biológicamente activos como resultado de la pasteurización Holder constituye la principal limitante respecto a la difusión del uso de leche humana donada en la alimentación de lactantes prematuros.
En este sentido, han surgido en los últimos años muchas alternativas para superar este y otros problemas, siendo las técnicas de procesamiento más estudiadas la pasteurización a alta temperatura y tiempo corto (HTST), el procesamiento a alta presión
(HPP) y la radiación ultravioleta-C (UV-C) [12].
Estos métodos alternativos ofrecen varias ventajas y desventajas en términos de efectividad, conservación nutricional y viabilidad para la producción a gran escala.
Por este motivo, los investigadores continúan explorando y desarrollando nuevas tecnologías con el fin de garantizar la calidad
nutricional de la leche humana donada y, de esta forma, conducir a un mejor aprovechamiento de este alimento tan necesario para los lactantes.


Referencias:
[1] Horta, B.L., Loret de Mola C., Victora, C.G. (2015). Acta Paediatr. 104(467): 30-37.
[2] World Health Organization (2003). Global Strategy for Infant
and Young Child Feeding, World Health Organization.
[3] Hennet, T., Borsig, L. (2016). Trends Biochem. Sci. 41(6): 508-
51.
[4] Macías, S.M., Rodríguez, S., Ronayne de Ferrer, P.A. (2006).
Arch. Argent. Pediatr. 104(5): 423-430.
[5] Steluti, J., Martini, L.A., Peters, B.S., Marchioni, D.M. (2011) J.
Pediatr. 87(1): 43-49.
[6] Picciano, M.F. (2001). Pediatr. Clin. North. Am. 48(1): 53-67.
[7] Zhang, L. (2014). Variations in the chemical composition of
human milk. En: Human Milk Biochemistry and Infant Formula
Manufacturing Technology, Ed. Mingruo Guo, Elsevier Ltd. Cambridge, Reino Unido.
[8] Chatterton, D.E., Nguyen, D.N., Bering, S.B. Sangild, P.T. (2013).
Int. J. Biochem. Cell. Biol. 45(8): 1730-1747.
[9] Ewaschuk, J.B., Unger, S., O’Connor, D.L., Stone, D., Harvey, S.,
Clandinin, M.T., Field, C.J. (2011). J. Perinatol. 31(9): 593-598.
[10] Matamoros, N., Santandreu, F., Disalvo, L., Varea, A., Martins,
E., Sager, G., González, H.F. (2014). Rev. Argent. Salud Pública
5(19): 11-16.
[11] Romeu-Nadal, M., Castellote, A.I., Gaya, A., López-Sabater,
M.C. (2008). Food Chem. 107(1): 434-438.
[12] Moro, G. E., Billeaud, C., Rachel, B., et al. (2019). Front. Pediatr.
7: 49.

Dr. Ignacio Machado