Además de generar conciencia y soluciones pertinentes a los problemas ambientales actuales causados por actividades humanas y los efectos de la relación entre el hombre y el medio ambiente, la educación ambiental es un mecanismo pedagógico que impulsa la interacción dentro de los ecosistemas y que ayuda a entender el entorno y formar una cultura conservacionista, permitiendo el desarrollo sostenible.
Mag. Inés Tiscornia
Magister en Ciencias Biológicas, licenciada en Bioquímica, coordinadora adjunta de Gestión Ambiental-Biotecnología y docente en Universidad ORT Uruguay.
Responsable técnica de BIOPACK.
El desarrollo humano sustentable significa un cambio de paradigma que persigue el bienestar de la sociedad en armonía con su ambiente. La educación, junto con la investigación, tiene el gran desafío de contribuir a la modificación del actual modelo no sustentable de desarrollo basado en una economía lineal y favorecer la transición hacia una economía circular.
Las universidades tienen un rol esencial en el desarrollo sostenible, ya que forman profesionales no solo para el mercado laboral sino también para la sociedad en su conjunto. En este sentido resulta esencial la enseñanza y concientización en temas ambientales con foco en tecnologías limpias, ecodiseño, economía circular y gestión de residuos (Hugé et al., 2018).
Debido a su tamaño y estructura, las universidades pueden considerarse pequeñas ciudades que presentan gran variedad de espacios como salones de clase, oficinas, laboratorios o comedores que tienen generación de diversos tipos de residuos. Entre ellos podemos encontrar residuos reciclables, compostables, de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs), residuos de obras de construcción (ROCs), sanitarios, de productos químicos, muebles en desuso, entre otros.
El campus universitario puede considerarse un laboratorio en tiempo real que permite construir una cultura de sustentabilidad tomando el potencial académico para promover el compromiso a través de la enseñanza e investigación transversal (Moreira et al., 2018; Gallo et al., 2017). Un aspecto importante es el vínculo entre educación y gestión ambiental que permite una enseñanza práctica, vivencial y referida al entorno propio.
Las universidades tienen un rol esencial en el desarrollo sostenible, pues podrían enseñar y concientizaren sobre temas ambientales con foco en tecnologías limpias, ecodiseño, economía circular y gestión de residuos.
Resulta esencial que en los contenidos temáticos de las carreras universitarias se incluyan aspectos ambientales, lo que permitirá que los nuevos profesionales tengan capacidad de dar respuestas integrales a los desafíos laborales que se les presenten. Cuando la comunidad universitaria toma consciencia de la importancia de la gestión de residuos y el consumo responsable se logra diseminar el mensaje a muchos niveles y resulta una buena influencia para la sociedad, además de ser una ventaja competitiva en el ámbito laboral.
Del análisis de reportes a nivel internacional se destacan una serie de buenas prácticas ambientales en institutos de educación superior (ver Tabla 1), así como la importancia que tiene el incentivo financiero en proyectos sostenibles por parte de patrocinadores como el gobierno y el sector privado. No hay un único camino hacia universidades más sostenibles, deben realizarse esfuerzos hacia esa dirección, derribando barreras y generando adherencia de la comunidad universitaria.
Tabla 1. Buenas prácticas ambientales reportadas en institutos de educación superior
I. Implementar la sostenibilidad mediante la incorporación de temas ambientales en los cursos de pregrado y posgrado (Drahein et al., 2019; Moreira et al., 2018).
II. Invitar a acuerdos de financiación para proyectos de sostenibilidad (Hugé et al., 2018).
III. Potenciar el intercambio de conocimientos entre las áreas administrativas y de servicios de la universidad y la comunidad universitaria (Zen et al., 2016).
IV. Animar a la comunidad universitaria a auditar las prácticas de gestión de residuos (Ebrahimi and North, 2017).
V. Contratación de profesionales para trabajar específicamente con la gestión de residuos (Drahein et al., 2019).
VI. Establecimiento de una oficina verde como oficina modelo para la universidad (Zen et al., 2016).
VII. Involucrar a la comunidad (estudiantes, investigadores y personal) en actividades de gestión de residuos basadas en principios de sostenibilidad. (Hugé et al., 2018; Moreira et al., 2018).
VIII. Informar sobre iniciativas ecológicas y los objetivos logrados (Tangwanichagapong et al., 2017).
IX. Difusión de pautas para la correcta eliminación de residuos (Tangwanichagapong et al., 2017).
X. Realización de la gestión y disposición final de residuos peligrosos de laboratorios de investigación (Moreira et al., 2018);
XI. Reutilización en programas sociales, disposición adecuada y reciclaje de equipos electrónicos obsoletos (Alves and Farina, 2018).
XII. Tratar a la universidad como un laboratorio viviente utilizando sus propias capacidades para resolver problemas ambientales (Gallo et al., 2017).
XIII. Creación de una base de datos sobre gestión de residuos para monitorear el indicador clave de desempeño (Moreira et al., 2018).
XIV. Asignar diferentes tipos de contenedores ubicados estratégicamente para mejorar la segregación de residuos reciclables (Oladejo et al., 2018; Zen et al., 2016; Drahein et al., 2019; Ebrahimi and North, 2017);
XV. Concientizar a la comunidad universitaria sobre la gestión de residuos centrándose en la recuperación, el reciclaje y la reutilización a través de una campaña orientada hacia una transición a la economía circular (Gallo et al., 2017).
XVI. Obtener certificaciones en sustentabilidad como estrategia para alcanzar objetivos relacionados y promover la mejora continua (Moreira et al. 2018).
Camino recorrido en Universidad ORT Uruguay
En 2016 la Universidad ORT inició acciones con el fin de mejorar su sistema de gestión de residuos. Se realizó un seguimiento y control de los residuos generados y se identificaron dos fracciones mayoritarias: papel y cartón, y botellas de plástico PET (polietileno tereftalato). Estas fracciones cuentan con un mercado que las acepta, las puede procesar y aprovechar.
Se colocaron en todas las instalaciones de la universidad papeleras realizadas con material reciclado, proveniente de cajas de Tetra Pak, y envoltorios flexibles, que fueron compradas a una empresa nacional que dio una alternativa de gestión a estos materiales que antes terminaban en el relleno sanitario. Las fracciones de residuos se identificaron de acuerdo a la norma UNIT 1239:2017 de Identificación y Clasificación de Residuos, utilizando el color azul para papel y cartón y el amarillo para el plástico.
Para lograr adhesión de la comunidad universitaria se conformó un grupo interdisciplinario de profesionales, integrado por licenciados en comunicación, diseñadores gráficos e industriales, que trabajaron en estrecha colaboración con el área técnica y de servicios para lanzar una campaña de comunicación. El objetivo fue motivar y promover el uso de las nuevas papeleras y educar sobre el reciclaje en Uruguay (Tiscornia et al., 2018).
Figura 1: materiales reciclados en los años 2019 y 2020 en la Universidad ORT Uruguay. En azul se indica el papel y el cartón, y en amarillo el plástico. Mientras que el papel y el cartón se mantuvieron en cifras similares, el plástico de las botellas PET disminuyó 50% en 2020, lo que se explica por la disminución de la presencialidad debido a la pandemia por COVID-19.
Durante 2017 se reciclaron cinco toneladas de papel y cartón y 820 kilogramos de botellas de PET, la cantidad de papel y cartón se mantiene estable con el transcurso de los años y se observan variaciones en las botellas de PET.
En la figura 1 se visualizan los materiales reciclados en 2019 y 2020. La pandemia por COVID-19 afectó la presencialidad de los cursos durante 2020, lo que explica el menor número de botellas recicladas. En 2018 se trabajó en la reducción y el reemplazo de residuos, se eliminaron los vasos de plástico de los dispensadores de agua, evitando la disposición final de 360.000 vasos al año.
Cuando la comunidad universitaria toma consciencia de la importancia de la gestión de residuos y el consumo responsable se disemina el mensaje a muchos niveles y resulta una buena influencia para la sociedad, además de ser una ventaja competitiva en el ámbito laboral.
Se establecieron además requisitos ambientales para proveedores: las cantinas deben utilizar vajilla reutilizable y vasos compostables para el café. En 2019 el centro de la campaña se orientó al consumo responsable y se comenzó a trabajar en la interacción entre la comunidad académica y las áreas de servicios. Se llevó adelante la primera expo feria sustentable en la cual docentes y estudiantes de las distintas facultades mostraron sus trabajos relacionados a la temática.
En 2020 se creó el área de Gestión Ambiental dentro del departamento de Servicios en el cual un profesional trabaja específicamente con la gestión de residuos y articula los temas ambientales de la universidad.
En 2021 la universidad ingresó a un ranking (THE Impact Rankings) que analiza el desempeño en función de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el ODS 12 de producción y consumo responsable hubo 503 universidades que se midieron con este objetivo, y la Universidad ORT se ubicó en el rango de 101-200.
De acuerdo con el académico de ORT, Dr. Nicolás Gambetta, quién recabó los datos del desempeño de la universidad en cuanto a los ODS, THE Impact Rankings surge con el fin de mostrar cómo las universidades incorporan los ODS de la ONU a su actividad, con el fin de que sus carreras y graduados generen un impacto social, ambiental y económico en la comunidad. “A diferencia de otras organizaciones, las universidades generan externalidades positivas muy significativas, justamente porque su rol es formar profesionales que actuarán como líderes en el proceso de transformar las organizaciones y la sociedad. El poder de replicación que tiene una universidad en la sociedad sobre los temas de sostenibilidad probablemente excede al de cualquier otra organización, ya que lo realiza desde la formación, la investigación y la extensión. Por eso es importante la existencia de este ranking”, concluyó.
Con la pandemia por COVID-19 estamos presenciando una manifestación más de cómo el antropocentrismo compromete el ambiente, compartimos un solo ecosistema y una sola salud. Las zoonosis han aumentado debido a las prácticas intensivas de uso de la tierra, que junto con el crecimiento de los procesos de urbanización están difuminando lentamente la interfaz entre humanos, animales domésticos y salvajes (Gomez-Camponovo and Achkar, 2020).
Es necesaria una perspectiva que permita reconocer el problema ambiental que hay detrás de estas zoonosis emergentes y abordar la problemática con la visión integrada de una sola salud. La invitación es a todos aquellos que desempeñamos tareas docentes a revisar qué aporte podemos hacer para incluir temas ambientales con foco en tecnologías limpias, ecodiseño, economía circular y gestión de residuos dentro de los contenidos académicos.
Figura 1: materiales reciclados en los años 2019 y 2020 en la Universidad ORT Uruguay. En azul se indica el papel y el cartón, y en amarillo el plástico. Mientras que el papel y el cartón se mantuvieron en cifras similares, el plástico de las botellas PET disminuyó 50% en 2020, lo que se explica por la disminución de la presencialidad debido a la pandemia por COVID-19.
Bibliografía
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