Sabrina Cabrera Millán
Operadora logística farmacéutica AQFU. Farmacéutica Hospitalaria por UdelaR. Estadística en Salud y Registro médico en Escuela Nacional de Enfermería. Técnica en Comunicación Social por Escuela de Comunicación. Diversos certificados en OPS , OMS .
La resistencia antimicrobiana prevé un sombrío escenario para 2050, proyectando un aumento que podría superar los 10 millones de fallecimientos a nivel global. La utilización de antibióticos debe ser de manera responsable y seguir las pautas de prescripción para reducir el riesgo de resistencia antimicrobiana.
¿Cómo llegamos a esta situación?
Desde tiempos remotos, diversas especies han participado en un proceso de selección natural. Donde sobrevive aquel que mejor se adapta a su entorno y presenta una mayor capacidad de resistencia sistémica.
Uno de nuestros principales desafíos ante esta lucha de supervivencia son los diversos microorganismos; especialmente las bacterias, una de las principales causantes de mortalidad a nivel mundial.
Contexto histórico
En el año 2500 AC, en China, se documentó el empleo del moho de la soya para tratar forúnculos, carbunco y otras infecciones cutáneas. La posible presencia de una sustancia similar a la penicilina en estos productos aún no ha sido confirmada.
En Egipto, (en el mismo siglo), la mirra se utilizaba para tratar heridas y en los años 2000 AC, tanto la miel como la grasa eran empleadas en el tratamiento de heridas infectadas, mientras que, en el 1500 AC, la malaquita y la crisocola (ambas con cobre), eran utilizadas consistentemente en el manejo de heridas.
En Grecia, en el 400 AC, Hipócrates describió las propiedades terapéuticas de la mirra. Mientras en Roma, Celsus aplicaba mirra y barbarum (conteniendo cobre y plomo) para tratar diversos procesos infecciosos.
Todos los compuestos mencionados, excepto la miel, presentan toxicidad cuando se administran de manera general.
En los tiempos modernos, en la era pre-antimicrobiana:
En 1865, Joseph Lister demostró que el fenol líquido, empleado para desinfectar instrumental quirúrgico, heridas, incisiones y hasta el aire de los pabellones redujo la mortalidad del 45 al 15% en su hospital.
En 1876, Robert Koch aisló el Bacillus anthracis, lo cultivó y al inocularlo en animales, reprodujo la enfermedad. Marcando esto el inicio de la era bacteriológica.
En 1887, Louis Pasteur descubrió la capacidad de bacterias ambientales para destruir el B. anthracis, y observó que animales infectados con otros microorganismos eran resistentes al ántrax; denominando a este fenómeno antibiosis.
En 1898, Rudolph Emmerech aisló la piocianasa bacteriana de Pseudomonas aeruginosa, probándola en pacientes con éxito relativo, pero con alta toxicidad, persistiendo su uso hasta 1913.
Durante este período, se empleó la optoquina para tratar la neumonía neumocócica, pero en 1917 se abandonó debido a toxicidad y resistencia. Siendo así la primera descripción de toxicidad de un fármaco administrado por vía sistémica.
En 1928, Sir Alexander Fleming descubrió la penicilina al observar su capacidad para inhibir el crecimiento de varias bacterias
Paul Erlich inició una búsqueda sistemática de una tinción que destruye bacterias. El compuesto arsenical 606, arsfenamina, resultó efectivo contra el Treponema pallidum, aunque su eficacia se vio opacada por la toxicidad.
En 1928, Sir Alexander Fleming descubrió la penicilina al observar su capacidad para inhibir el crecimiento de varias bacterias, incluyendo Staphylococcus aureus.
En el mismo año, Gerhard Domagk demostró que el Prontosil® (sulfa) curaba infecciones estreptocócicas sistémicas, recibiendo el Premio Nobel en 1939. El estudio de la penicilina continuo junto a Ernst Boris Chain y Florey, quienes se centraron en sus propiedades químicas. Logrando estabilizar y demostrando su efectividad en ratas inyectadas con Streptococcus letal. Aunque Florey trató el primer paciente en 1945, quien falleció por falta de producto.
La producción industrial de penicilina se impulsó en Estados Unidos, y en 1945. Fleming, Florey y Chain recibieron el Premio Nobel. En su discurso, Fleming advirtió sobre el peligro de sobredosificación y la posible aparición de microorganismos resistentes.
A pesar de la aparente victoria en la guerra contra las bacterias, el uso indiscriminado de antimicrobianos y su abuso han conducido al surgimiento de cepas multirresistentes. Esto marca el inicio de la actual era postantibiótica desde 2013, según Robert R. Redfield, director del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, donde las infecciones comunes se vuelven intratables.
Un antimicrobiano es una sustancia química que, a bajas concentraciones, actúa contra los microorganismos, destruyéndolos o inhibiendo su crecimiento.
Las bacterias son una de las principales causantes de mortalidad a nivel mundial.
La resistencia a los antimicrobianos
Engloba los procesos que hacen ineficaces los medicamentos utilizados en el tratamiento de microorganismos. En el caso de la resistencia bacteriana, se refiere a la capacidad de las bacterias para sobrevivir a concentraciones terapéuticas. A nivel genético, se han identificado mecanismos como la conjugación, transformación y transducción, que involucran el intercambio de material genético entre bacterias a través del contacto físico. La incorporación de ADN libre y la transferencia de ADN mediante bacteriófagos, respectivamente.
Los mecanismos de resistencia
Los agentes antimicrobianos incluyen la expulsión del antibiótico mediante un sistema de flujo para limitar su concentración intracelular. También, la neutralización del antibacteriano mediante enzimas como las betalactamasas, incluyendo las de espectro extendido (BLEE). Otra estrategia es la alteración o modificación del sitio de unión, resultando en una pérdida de afinidad y acción del antibiótico, así como la modificación de la permeabilidad bacteriana para limitar el ingreso del fármaco.
Fármacos y resistencia antimicrobiana
Varios fármacos han enfrentado resistencia antimicrobiana, como la penicilina, a la que bacterias como Staphylococcus aureus han desarrollado resistencia mediante la producción de betalactamasas. Además, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) ha surgido como una cepa no sensible a antibióticos betalactámicos, incluida la meticilina. La vancomicina, clave contra Enterococcus y Staphylococcus, enfrenta resistencia en algunas cepas.
En el caso de los tuberculostáticos, cepas de Mycobacterium tuberculosis han generado tuberculosis multirresistente (TB-MDR) y tuberculosis extremadamente resistente (TBXDR).
Las fluoroquinolonas han provocado resistencia en bacterias como Escherichia coli y Pseudomonas aeruginosa debido a su uso extensivo. Además, ciertas cepas bacterianas, como Escherichia coli, han desarrollado resistencia a las cefalosporinas, una clase vital de antibióticos.
Estos ejemplos subrayan la necesidad de utilizar antibióticos de manera responsable y seguir las pautas de prescripción para reducir el riesgo de resistencia antimicrobiana.
¨Son varios los fármacos que han enfrentado resistencia antimicrobiana¨
Estadística a nivel mundial
En 2019, se estimó que 4.95 millones de muertes estuvieron relacionadas con la resistencia antimicrobiana (RAM), superando las cifras combinadas de muertes por sida y malaria. Los autores del estudio enfatizan la urgencia de invertir en nuevos medicamentos y un uso más responsable de los existentes debido al uso excesivo de antibióticos, que ha disminuido su eficacia.
La resistencia afecta principalmente a infecciones respiratorias y sanguíneas, siendo el SARM especialmente mortal. La incidencia más alta se registra en África subsahariana y el sur de Asia, mientras que América Latina reportó 89,100 muertes, destacando la región central con 28,300 muertes directamente atribuibles a la RAM. Bolivia, Ecuador y Perú enfrentan el desafío de combatir la resistencia a los antimicrobianos.Staphylococcus aureus, responsable de 15,300 muertes en América Latina, está bajo vigilancia, especialmente por infecciones sanguíneas hospitalarias.
Los últimos reportes estiman que para 2050, 10 millones de personas morirán a causa de R.A.M .
4.95 millones de muertes estuvieron relacionadas con la resistencia antimicrobiana
Uruguay se involucra en medidas preventivas Uruguay participa activamente en el proyecto “Trabajando juntos para combatir la resistencia a los antimicrobianos (RAM)”, dirigido por la FAO, la OIE y la OPS, con el respaldo financiero de la Unión Europea.
Este proyecto, vigente de 2020 a 2022, aborda la resistencia antimicrobiana desde una perspectiva integral, reconociendo la interconexión entre la salud humana, animal y del medio ambiente bajo el enfoque de Una Salud.
El objetivo principal es respaldar los esfuerzos para combatir la resistencia a los antimicrobianos, implementando los Planes de Acción Nacional en siete países, incluyendo a Uruguay, y promoviendo una respuesta intersectorial ante este desafío global.
Durante la pandemia se ha captado la atención a temas urgentes para la salud pública. Entre ellos la efectividad de los fármacos en el tratamiento de infecciones, es decir, la resistencia a antimicrobianos.
Fuentes
OPS;OMS;HOSPITAL DE CLÍNICAS UY;INSTITUTO PASTEUR
FRANCIA;ELSEVIER y CENTRO BIOTECNOLÓGICO DE ESTADOS
UNIDOS .