Sostenibilidad es un término que cada día se hace más presente en todos los rubros e industrias. Era solo cuestión de tiempo para que se hiciera sentir en el farmacéutico también. Mientras el consumo en general se dispara, las industrias cada vez se ven más obligadas a adoptar prácticas sostenibles que sean responsables a la par de la creciente demanda. Pero ¿qué es exactamente la sostenibilidad? ¿de dónde viene? ¿llegó para quedarse?
Si bien es cierto que la historia de la sostenibilidad es bien larga y compleja, hay tres fechas claves para tener en cuenta a la hora de entender toda esta tendencia.
En 1987 se presentó el informe de Brudtland “Nuestro Futuro Común” en la asamblea general de las Naciones Unidas. Es aquí cuando se introduce el término de desarrollo sostenible como lo conocemos hoy: “desarrollo sostenible es aquel que satisface las necesitades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”.
La segunda fecha importante es el año 2000. Con la llegada del nuevo Milenio y una tendencia mundial por abordar los grandes problemas del mundo, en la asamblea general de las Naciones Unidas los 189 países miembros se comprometieron a dar solución a estos problemas para el 2015 a través de los Objetivos del Milenio (OM). Estos ocho objetivos perseguían erradicar la pobreza extrema, dar solución a la educación primaria universal, promover la igualdad entre los géneros, minimizar la mortalidad infantil y materna, hacer avances sobre la lucha contra VIH/sida y el sustento del medio ambiente.
En 2015 se evaluaron los resultados de los OM y aunque fueron muy inspiradores revelaron que quedaba aun mucho camino por recorrer. En respuesta a ese análisis se presentaron los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) con fecha límite en 2030 como ampliación de los OM.
Son 17 objetivos íntimamente relacionados entre sí, que tratan de dar respuesta a los macroproblemas mundiales abordando temas relacionados con la biosfera, la sociedad, el sector económico y la alianza para alcanzar los objetivos. La invitación es a perseguir el crecimiento económico, pero no a cuestas de sobrevivencia de ningún ser vivo o hábitat.
La sostenibilidad propone que seamos conscientes de cuáles son los efectos positivos y negativos que tienen las actividades que realizamos. Entender cómo nos relacionamos con nuestro entorno y con todos nuestros grupos de interés, no sólo a nivel de individuos sino también como comunidad, como grupo organizado, como empresa y hasta como Estado. La sostenibilidad busca multiplicar esos efectos positivos y mitigar los negativos, garantizando la longevidad de cualquier actividad.
Para que una actividad sea considerada sostenible no basta con decir o hacer. Una característica muy importante es la transparencia y la evidencia cuantificable y verificable de las iniciativas. Para ello existen disponibles una gran variedad de reportes y certificados que fortalecen y materializan los ejercicios sostenibles.
Algunos de las certificaciones más populares a nivel mundial son:
ISO 14001 Sistemas de gestión de los riesgos medioambientales.
ISO 50001 Sistemas de gestión de la energía.
ISO 37001 Sistemas de gestión antisoborno.
ISO 26000 Norma de orientación en materia de responsabilidad social.
Fairtrade o Comercio Justo.
Rainforest Alliance.
En Uruguay es muy popular la Certificación B. El Sistema B es la expansión en Latinoamérica del Movimiento B, un sistema de certificación creado en Estados Unidos que avala que las organizaciones cumplen con los estándares establecidos por BLab para triple impacto.
Las empresas de triple impacto son aquellas que además de tener ejercicios con rendimientos económicos favorables, generan impactos positivos a nivel social y ambiental. En materia de reportes podemos hacer referencia a AA100 Acountabilty Report, Pacto Global y Global Reportive Initiative (GRI). Existen una gran variedad de certificados y reportes en el mercado, algunos inclusive muy acotados a temas y rubros muy específicos.
Ya entendiendo mejor la evolución de la sostenibilidad, podemos discutir si es beneficiosa y rentable. Es sin duda loable hablar de sumar para resolver los grandes problemas del mundo, pero ¿podré hacerlo sin que repercuta en la rentabilidad de mi negocio?
La respuesta a esto es un rotundo sí. Importantes actores del mundo financiero como Forbes, Wall Street Journal y Bloomberg han publicados artículos haciendo referencia a los importantes beneficios económicos de las organizaciones que se aventuren a ejercer bajo estándares más sostenibles.
Asimismo, importantes instituciones del mundo de la banca y las finanzas reconocen este valor agregado. Un claro ejemplo es el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), que es una familia de índices de referencia que evalúa la sostenibilidad de las organizaciones líderes según criterios económicos, medio ambientales y sociales. Cada año es publicado un listado de las empresas que cotizan en bolsa que además están dentro del 15% superior de su sector y que alcanzan una puntuación que esté dentro del 30% de las de mejor desempeño de su industria en materia ambiental, social y de gobernanza.
En setiembre del 2022, 7.500 organizaciones lograron entrar en este listado, de las cuales 26,1% pertenece al sector de la salud. Este 26,1% lo componen compañías farmacéuticas, desarrolladores de tecnología médica y prestadores de servicios del sector salud.
En el rubro salud humana encontramos GSK, Roche, Sanofi, Abbott, Novartis, Biogen, Medtronic, AstraZeneca, por mencionar algunas.
En la región, el DJSI cuenta con presencia de 78 empresas latinoamericanas en su anuario publicado en setiembre de 2022.
El sector farmacéutico ya cuenta con fuertes ejemplos de ejercicios sostenibles. Por ejemplo, GSK exigirá a sus proveedores a partir del 2023 tomar medidas en materia de carbono, energía, calor, transporte, agua, residuos y abastecimiento sostenible como parte de su estrategia de reducir su huella de carbono. En el 2022 Merck obtuvo la etiqueta ACT por siglas en inglés Accountability, Consistency and Transparency para sus anticuerpos ZomMab. Esta certificación es otorgada por la organización sin fines de lucro My Green Lab, la cual persigue fomentar la cultura de sostenibilidad en la ciencia. AstraZeneca y Honeywell desarrollarán inhaladores sostenibles de nueva generación que esperan tener disponibles en el mercado para el 2025.
Uruguay no se queda atrás en tener ejemplos de prácticas sostenibles. El Sistema B se encuentra implementado desde 2014 y hay actualmente 15 empresas uruguayas certificadas.
También desde el 2014 se cuenta con el proyecto Biovalor, un proyecto del gobierno uruguayo articulado y ejecutado por el Ministerio de Energía y Minería, el Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, cuyo objetivo principal es la transformación de residuos generados a partir de actividades agropecuarias, agroindustriales y de pequeños centros poblados, convirtiéndolos en energía y/o subproductos.
Otro lindo ejemplo son los Premios Economía Circular, lanzados en 2019 con el fin de reconocer y visibilizar las iniciativas de grandes empresas, mipymes, clubes de ciencia e instituciones de educación terciaria que evidencien de la mejor forma una transformación hacia una economía circular.
Por último, podemos mencionar que en el 2021 se promulgó la ley para las Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo o (BIC). Éstas generan un impacto positivo verificable en materia social, ambiental y económica. A diferencia de la Responsabilidad Social (RSE) que es completamente voluntaria, las empresas BIC tienen un compromiso legal a nivel de estatutos que las obliga a ejercer su actividad económica a través de la cual se generen impactos positivos y verificables en materia social y ambiental.
Poco a poco la sostenibilidad va ganando terreno, está siendo fuertemente considerado por gobiernos, los consumidores son cada vez más exigentes y esperan que las empresas se hagan responsables de estos temas. Tener ejercicios sostenibles impulsa la mejora continua al estar en constante búsqueda de procesos mas eficientes, mejora la relación con los grupos de interés, impulsa la transparencia y la trazabilidad de los procesos y hace a las organizaciones más resilientes ante los cambios. Hoy la sostenibilidad representa una diferencia competitiva importante, pero más temprano que tarde se convertirá en la norma.
El momento para empezar a aplicar estas estrategias es ahora, cuando se pueden hacer cambios graduales, con inversiones mas modestas y con tiempo para que toda la organización asimile los cambios. La mejor oportunidad que tenemos para construir el mundo que nos merecemos es a través de la sostenibilidad.